Los amigos y las hamburguesas de Canguro

Sydney CBD, Manly y Bondi Beach

El primer encuentro en solitario con Sydney había sido frustrante y frío.
Regresar acompañado, cansado de hostales y conociendo ya un poco, me dio energía para atacar la ciudad con una nueva perspectiva.

El hostal fiesta cambió por un hotel de cadena y los sandwiches de fish & chips frente a la bahía por buenos restaurantes, algunos buenos vinos Australianos e incluso algunas compras!

A pesar de haber andado sólo los primeros días caminé mucho y entendí bien la ciudad así que sin perder tiempo, mi primo y yo nos dimos una rápida vuelta a la Opera, el jardin botánico con sus cientos de corredores a toda velocidad daprovechando su hora de almuerzo, el Hyde Park con esa vista preciosa de la catedral en horas de la tarde con la luz del atardecer pegando en su piedra rojiza y todo el distrito financiero, para terminar en la antigua zona de The Rocks y cenar un buen corte de carne. Reconfortante!

Después de esa rápida vuelta al sector básico decidimos el siguiente par de días a zonas más alejadas en los suburbios de la ciudad, los cuales son famosos por sus olas, su arena y su calidad de vida.

Manly
Sydney está en una bahía del rio Parramata en una salida al mar y todos los suburbios se alinean en las costas tanto del río como del mar abierto. La mejor manera de llegar a ellos? Un Ferry; que no es más que un autobus marítimo gigante que en unos cuarenta minutos nos hizo llegar a esta zona tranquila y playera de Manly Beach.
Las guías inmediatamente hablan de la naturaleza que rodea a la ciudad y el surf o las caminatas que se pueden hacer, así que rápidamente cruzamos la ciudad en su zona comercial, caminamos por la playa y subimos hacia el bosque que rodea la península más cercana al mar en la costa de Sydney.

Los Australianos han logrado urbanísticamente lo que pocos países y es que los espacios lindos frente al mar, las playas y esos lugares perfectos en donde se ven mejor los atardeceres; son siempre públicos y las casas o los hoteles tienen una posición secundaria.

Entonces nos dimos una buena caminata en una gran colina verde, vimos el atardecer tempranero y sólo nos hicimos acompañar por uno que otro deportista, paseante o sobre todo Cacatúas blancas salvajes que toman el monopólio auditivo de la zona; delicioso.

Pero esas caminatas necesariamente dan hambre y fuimos a un restaurante de hamburguesas locales que nos recomendó una compañera Israelita de un hostal que llevaba por nombre un casi onomatopéyico «Moo».
Bernardo, le llevó la contraria al nombre y aprovechando casi la última oportunidad, comió hamburguesa de canguro, tomamos más cervezas artesanales y cotorreamos con la encargada Brasileña del lugar.

Parece ser que de mesero en Manly se gana mejor que de ejecutivo en Brasil y además da tiempo para surfear y hacer una maestría.

Bondi Beach
De último día en Australia nos lanzamos a la playa fresa pero esta vez con un plan más personal por la invitación de un amigo lejano de Bernardo que vive ahí.
Pues nos encontramos una gran sorpresa porque esta pareja de tapatíos además de ser muy amables, grandes anfitriones y muy simpáticos, tenían un apartamento en una casota que tiene desde el jardin una vista perfecta sobre la playa, el atardecer y el cielo Australiano.
Un asado con momentos de sol, de lluvia y de frío que nos terminó llevando a la casa me acercó a México, me recordó la importancia de la gente, los amigos y cerró con final feliz mi paso por Oceanía en esta primer visita.

La siguiente mañana me despedí de mi querido primo y salí hacia el aeropuerto con destino a Singapore, mi nueva base de operaciones para atacar la zona de Asia Pacífico.

De nuevo solo en el camino.

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