La Isla Magnética
Road Trip – Cairns a Magnetic Island
Terminó por ahora la etapa en solitario, mi primo Bernardo llegó a Cairns después de muchas horas en avión y compartiré las próximas dos semanas mi viaje.
Depués de hacerlo solo durante dos meses y en transporte público ahora toca acompañado y manejando!
Otro de mis grandes placeres, ese que seguramente heredé de mi padre y que nunca he dejado de ejercer es manejar.
La gran novedad? Tiene el volante a la derecha.
Bruce Highway #1 al sur
Manejar por la izquierda es un cambio de paradigma muy interesante. Especialmente en la ciudad, las vueltas, las glorietas y los semáforos confunden bastante. Los primeros kilómetros causaron un poco de ansiedad pero como cualquier ejercicio mecánico, sólo es cuestión de acostumbrarse.
Buen ejercicio mental para nuestro cerebro.
Manejamos unas 4 horas hacia el sur, caminos muy rurales, carretera sencilla pero muy bien señalizada, plana y segura. Sin novedad, con mucha precaución y de día.
Como buen país de primer mundo, los conductores son respetuosos de las leyes y hay una elasticidad de 10% por arriba la velocidad máxima que casi todos siguen rigurosamente.
Llegamos a Townsville. Ciudad costera y directamente al muelle donde aparcamos y rápidamente cruzamos hacia una isla a sólo veinte minutos de distancia en ferry.
Magnetic Island
Recuerdan la serie LOST? Pues el celebre Capitan Cook en su paso por Australia visitó varias veces la isla porque decía que había una fuerza magnética que afectaba la brújula de su barco.
Los únicos rastros que encontré de eso fue que por alguna razón la señal de celular de mi ipad no funcionaba y sobre todo, la presencia de animales extraños!
La pequeña isla (52k cuadrados) es casa de unas dos mil personas que conmutan a Townsville en su mayoría y que habitan en alguna de las bahías que componen las costas de la Isla.
Lo interesante es que en el centro hay grandes montañas de piedra que además fueron usadas como observatorios defensivos y bases de artillería durante la segunda guerra mundial.
Nos quedamos en un hostal /campamento que tiene mini cabañas, un bar simpático y un centro de conservación animal con pinta de mini zoológico.
La llegada tardía a la isla no permitió más que comer una pizza en el hostal y una caminata a la playa cercana pero el invierno en Australia es peor que Suiza, no más de las seis de la tarde todo el mundo está dormido en casa así que unas cervezas en el bar fueron todo lo que logramos.
La mañana siguiente pudimos ahora sí hacer un buen hike hasta la punta de la montaña de la isla, en donde se encuentran los fuertes defensivos que se construyeron durante la segunda guerra mundial y que defendían de los Japoneses al puerto de Townsville, que era una central de abastecimiento importante.
El mar y las diferentes bahías se ven bien desde el fuerte, no así los koalas que teóricamente viven en la isla.
Entonces ya que no los encontramos de forma natural fuimos al centro de conservación animal donde sólo acompañados por una pareja de americanos pudimos recorrer de forma muy privada el lugar. Pudimos tomar en nuestras manos cocodrilos de agua dulce, cacatúas, escincos, wombats, lagartijas raras, serpientes y tortugas.
Y al final pudimos acariciar un koala. Para tener un «abrazo» de koala teníamos que pagar. Y no pensamos que valiera la pena. Ja!
La verdad, la mejor experiencia en un zoologico que he vivido; mucha información de preservación y conciencia hacia los animales. Bueno, de lo que creo que entendí de Indiana Jones, el guía que tenía un acento aussie totalmente incomprensible.
Después de eso, tocó de nuevo lanzarse a la carretera.
La verdad es que no calculamos bien los 3000 kilómetros a recorrer y manejar será seguramente el gran recuerdo de este país.
Muchas horas de plática, pensamientos propios y carcajadas que tanto hacían falta.