Soledad en Sydney

China se despidió de mi con todo. El vuelo en Air China salió cuatro horas tarde y me tocó al final del avión en el asiento de enmedio, sin ventana ni pasillo. Diez horas de vuelo después llegué al sureste de Australia.

Supongo que parte de mi sueño de viajes siempre estuvo ligado a Australia; la lejanía, los animales raros, la barrera de arrecifes y la Opera frente al agua que es rodeada por veleros.
Hace muchos años al primer país en mi vida al que fuí a su embajada y pregunté, que hacía falta para ir, fué sin duda el del bonito escudo del Avestruz y el Canguro.

Sydney – CBD, Opera y Bondi beach

Después de casi dos meses sufriendo calores asiaticos, sudores permanentes y olores exacerbados regresé al primer mundo. A ese único pedazo de primer mundo que está debajo del ecuador.
Aeropuerto perfecto como esperado, tren a la estación central también y llegada a un hostal de 9 pisos modernísimo. ok!
Este viaje por el mundo sigue su dinámica que coincide con pelicula de cartelera: «Nada es lo que parece»
El dormitorio que me asignan con otras 7 personas es el lugar más sucio que he visto hasta ahora. China incluída.
La convivencia con 4 Noruegas, dos gringos y un portugués fue insoportable.
Alcohol, comida, ropa de todo tipo. Todo en el piso, olor a vómito todas las mañanas y escándalos madrugadores por 3 días.
Eventualmente el hostal puso en la puerta un letrero pidiendo limpieza, imagínense.

Entonces, mi reacción inmediata fue huir a la calle y recorrer el centro para llegar a la bahía, ver la Opera y tomarme una cerveza.
La verdad bellísimo, indescriptible, pero no conté con el invierno de este lado del mundo y mi cuerpo no supo adaptarse entonces me enfermé en minutos.

Ya han pasado muchos días desde que salí de México. Asia fue todo novedad y es que es visitado por personas más cercanas a mi manera de ver la vida, entonces la experiencia no me había mostrado el cansancio moral y físico.

La soledad no está relacionada en lo absoluto a cuantas personas te rodean sino quiénes son y si están de alguna manera cerca de ti.
En Sydney los visitantes no son para nada cercanos a mi. Son muy jóvenes, la mayoría ingleses, Escoceses, Irlandeses o Escandinavos que están ahí para perderse totalmente en alcohol y vestirse como raperos.
Entonces, como esperado, llegó el momento de sufrir el viaje, la soledad temporal y madurar dentro de él.

Sydney CBD (Central Business District)
La gran colina que rodea la imagen que normalmente vemos de la ciudad hacia el agua es el distrito de negocios y comercio.
Dependiendo de la cuadra puede ser más Londres o Nueva York o San Francisco pero la mezcla es tal vez mejor que todas aquellas.
Todo esta muy bien organizado, se ve todo muy nuevo y está lleno de parques y plazas lindísimas.
Además supieron cuidar y democratizar su costa entonces toda ella esta perimetreada por un jardin botánico gigantezco que magnéticamente me llamó a simplemente sentarme y ver el agua, los árboles y las plantas por horas en este paso por la ciudad.
La Opera, tal como la imaginan, impecable, fantástica y más viva de lo esperado. Rodeada de bares y restaurantes animados hasta tarde.

Opera de Sydney
La mayoría de la gente va y se toma la foto, los arriesgados van y se dan el tour por las instalaciones. Yo decidí ir al fondo y comprar un boleto para, de hecho, asistir a una de las presentaciones.
No es caro, un buen lugar me costo 50 dólares Australianos y me decidí por lo que había disponible en la Sala Principal que fue The Flying Dutchman. Una opera de que habla de una leyenda que los marinos europeos tienen de un barco al que le cayó una maldición y que no puede volver a casa, por lo que vive navegando por mares del mundo y de vez en cuando siguen llegando mensajes a Holanda de marineros que partieron en ese barco.
La presentación de dos horas y media fué muy buena y mi ignorancia severa en el tema se complació con los largos minutos de aplausos de los venerables presentes que estaban de acuerdo conmigo.
La enorme mayoría eran locales y todos seguramente ya vivían al final de la primera guerra mundial. Sus trajes, corbatas y hasta pieles contrastaban con mis botas de hike, jeans y un sweater; la verdad sin importarme me mandaban miradas desaprobatorias. Ni modo, la cultura es para todos.

Bondi Beach ( Se dice «bɒndaɪ bich»)
Finalmente, después de divagar por todo el CBD, los parques y hasta una biblioteca fantástica que tenía la exposición de World Press Photo, me lancé a un suburbio cercano, donde el mar ya se pone de frente a unas playas de arena clara en donde se acaban los godinez de los bancos y comienzan los hipsters en Vespa, los surfers con land rover y los ricos jóvenes.
La playa, los alrededores, el camino que rodea los acantilados, el club de natación metido en el mar, los cafés… Todo es perfecto.
Creo que cualquier occidental del mundo con educación pensaría que es el mejor lugar para vivir. Lástima que esté a miles de kilómetros de Occidente.

La anécdota del día es que estando en el pastito tomando el sol y pensando acerca de la inmortalidad del cangrejo, me di cuenta que se armó un circulo gigante en la playa de mirones. Traté de ver pero no entendí nada, sólo veía gente haciendo ejercicio enmedio.
Eventualmente esos deportistas se levantaron y corrieron fuera de la playa en grupo, uniformados de azul y negro.
Pues era el Manchester United, con todo y Chicharito quienes estaban de paso por la ciudad para algún juego contra locales.
Whatever.
Damn! Me gustaría tener algún ídolo de algo. Las caras de los chavitos eran alucinantes.
Un nuevo tema a pensar en lo que sigue del viaje.

Uno nunca sabe, igual y regreso fanático total a llorar en los partidos de Millonarios o en los conciertos de Belinda.

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Una respuesta a “Soledad en Sydney

  1. Ahhhhhh no fuera el tiger, ah no que la que llora con eso es mi mamá!!! jajajajaja
    Yo opino que la soledad tampoco tiene que ver con quienes y cómo son los que te rodean, la soledad tiene que ver con cuan bien te llevas con ese que está dentro de ti. Si están bien, no estás solo ni en el polo norte, si están más o menos, solo en china o en garibaldi.
    Es lo que hay, a seguirle dando. Muak

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