Crouching Tiger, Cycling Dragon
Alguién interpreto mal la traducción.
Este no es el país del sol naciente, es seguramente el sol ardiente.
Se fue la lluvia y Kyoto se convierte en Culiacán, incluídos los ríos que la cruzan.
Entonces, unos shorts, un sombrero, protector solar, gafas de sol y a pedalear a 35grados.
Nijo Castle, Kyoto Imperial Palace y Tetsugaku-no-michi
Acompañado de Daniela y Andrés, futuros Ingenieros de la Ibero que me adoptaron en el hostal, me encamino hacia el norte de la ciudad. El sol en las espaldas con una bicicleta tamaño estándar Japonés que es tan chiquita que obviamente me hace ver como anunciante de acto de circo ruso.
Nijo Castle
A principios de los años 1600 el Shogun de Taganawa pide la construcción de este castillo fortificado en el centro de la ciudad. A pesar de que es el Periodo «Edo» y allá esta la ciudad capital, aquí se queda la Corte del shogunato.
Este castillo es grande, tiene dos murallas concéntricas y obviamente está diseñado para proteger a sus ocupantes.
Visualmente me recuerda a las casas y templos de la pelicula «El tigre y el Dragón» de Ang Lee. (Aunque eso es China)
Y tal como en la pelicula, los ocupantes temían a las traiciones y los asesinos ocultos, entonces una de las particularidades es que tiene un suelo «Nightingale» o sea que cuida el sueño.
Cuando alguien camina, la madera del piso está dispuesta de forma tal que suena como el canto de pajaros y así en caso de que alguién se aproxime, el ruido lo delata.
Desgraciadamente en todo estos espacios no es posible tomar fotos o ni siquiera hacer dibujos. Tampoco hay una tienda de regalos con postales a la salida. Espero las fotos exteriores les den una idea.
En los jardines perfectos que rodean este castillo tuvimos la oportunidad de hacer la ceremonia del Té o tal vez, sólo una versión ligera de esta.
En una zona especialmente apartada con riachuelos superficiales había esta pequeña casa a la que, descalzo, se entra para sentarse en el Tatami y un par de muy gentiles y ceremoniosas mujeres traen un platito con un postre de Té verde y una taza de té frío.
La clave está en la relajación y la paz.
El lugar es un oasis dentro de los oasis y a pesar que los locales hacen una rápida visita con más decibeles de los que quisiera, nosotros, con poca conversación pasamos un rato alegre y pacífico.
Palacio Imperial de Kyoto
Como en Tokyo, el palacio central está cerrado a los visitantes. Es solo un enorme jardín custodiado por patrullas negras con jardines muy lindos, una cancha de beisbol y en este caso cuando menos, el acceso en dos ruedas está permitido.
La única anécdota fue presenciar como un águila le daba caza a un cuervo muy grande. Era tan llamativo que hasta una de las patrullas se paró a ver. Nunca vimos realmente si el águila lo alcanzó. Los jardines del palacio son tan grandes que albergan Águilas.
Camino al Este de la ciudad pasamos por otro más de los santuarios que están escondidos por la ciudad y tal vez con el objetivo de descansar y no de visitar paramos un rato, estacionando la bici entre otras muchas. De hecho muchas más de las que normalmente había en otros lugares.
La razón se descubrió rápidamente y es que por primera vez una de estas grandes pagodas estaba abierta en todas sus ventanas /puertas y estaba siendo utilizada en su totalidad para una clase de Kendo.
Varias decenas de hombres y mujeres, uniformados con kimonos ligeros azules estaban armados de katanas de madera haciendo ejercicios y escuchando explicaciones.
Obviamente, siguiendo la tradición estética de un arte marcial, los maestros eran hombres más altos con cara de rudos y daban órdenes con voz gruesa y gutural. Como el maestro de Karate Kid pues.
Estéticamente armonioso pero francamente parados en el perimetro con cara de tontos turistas nunca nos sentimos bienvenidos y decidimos seguir nuestro camino.
Tetsugaku-no-michi (Path of Philosophy)
El camino nos llevó a la montaña y aprovechando mis años de ciclovía y TRX en Bogotá subí la pendiente con más agilidad que mis jóvenes compañeros. Obviamente pagué el costo con el sudor típico de una mujer en sobre peso con intoxicación etílica (cual gorda borracha pues).
Y la subida y la sudada valen la pena porque, eventualmente y ayudados por la tecnología de Google Maps llegamos al Camino de la Filosofía que es un pequeño andador que corre junto a riachuelos por la falda de la montaña y va dando acceso a diferentes templos y santuarios, cafés, tienditas y paseantes.
Evitando la entrada a los primeros a causa de la Templitis, nos remitimos a seguir el camino y ver las entradas que igual se disfrutan por estar enmarcadas ya muy cercanamente por la montaña boscosa.
Este bosque es increíble, los árboles son muy diferentes a los que vemos en América. Por alguna razón, desde lejos se ven las capas multicolor del canopy.
Tal vez alguno de ustedes haya visto en la televisión un viejo programa de pintura en el que aparecía un señor de cabellera algo esponjosa que se llamaba Bob Ross.
Él creaba bosques rápidamente con pinceladas rápidas.
Pues estos bosques se ven muy parecidos. Igual de «felices» como él decía.
El día seguramente más agradable y sonriente hasta ahora de mi viaje terminó con un paseo rápido y acelerado, bajando por grandes avenidas ayudado por la gravedad, escuchando «Perpetuum Mobile» de la Penguin Cafe Orchesta en el Ipod y regresando al hostal pedaleando por la margen del río central utilizando un malecón que es muy bien aprovechado por locales y extranjeros.
Casi tanto como las trocas y su música de banda en el malecón de Culiacán.
Mi querido amigo, te mando un fuerte abrazo. Diviértete mucho y cuando vengas a Cuernavaca avisa para tomarnos unas cervezas.
Gracias Ricardo!!
Un abrazo a toda la familia!!
Hola Gabriel, es un gusto tener una ventana al mundo y disfrutar contigo lo que creo que a todos nos gustaría hacer alguna vez!!!
Compadre: sólo será juntar estos maravillosos relatos y ya pronto tendrás el libro que hay que escribir antes de morir. Ya sembraste el árbol?
El arbol ya y te dejo a ti lo de los hijos carnal! Ja!